En estos tiempos de pandemia, se
nos ha olvidado por completo el derecho a ser persona, ese derecho inmanente a
los humanos, por sobrevivir, subsistir y apoyarnos unos con otros, si lo sé, se
parece a un sermón de iglesia o culto, pero créanme que no lo es, es la esencia
misma de la humanidad, el apoyarse mutuamente para resistir y proseguir, desde
el nómada que para alimentarse se liaba
a otros con el fin de doblegar a las grandes bestias, hasta el ser humano
establecido y estable en un solo suelo, los humanos se han apoyado con el fin
de sobrevivir a los grandes males.
Es esta pandemia, la que en
alunas circunstancias, nos ha hecho ver que muchos seres humanos, por aquel
derecho a ser personas, conjunto, sociedad, persiste en la idea de apoyarse
mutuamente y salir adelante, apoyando al amigo, al vecino, al extraño, brindándole
de lo poco que tiene, algo, y de lo mucho que le sobra, todo para subsistir,
sin embargo ha sacado también lo malo, lo desdeñoso y lo inhumano, manteniendo
ese sistema por el cual, solo el que tiene vale, y el que no tiene no.
Diariamente vemos como los
grandes empresarios han adecuado su trabajo a la pandemia y han “ajustado” sus precios
al momento, a veces de modo imperceptible los comisariatos han elevado centavos
en ciertos productos, los cuales, en masa, representan elevadas ganancias y
perjuicio al cliente, que de todas maneras al no tener ingresos, por esta
severa suspensión, debe adquirirlos para subsistir.
Los gobiernos de turno, que
alegan “no haber estados preparados” demuestran que nunca estuvieron preparados
a nada y que sus aspiraciones mezquinas que les hicieron llegar a donde están,
por la necesidad de estar en los hogares les mantienen en sus puestos, aun
sabiendo que su aporte no marca la diferencia, y que para subsistir, no deben
gobernar, al contrario declararse obreros de un sistema democrático ya arcaico
y que se debe modificar, entonces los vemos ellos, los llamados a administrar,
convertidos en verdaderos obreros de sus propias instituciones, como que no
hubiera mas empleados, son los encargados por las fotos donde debe mostrarse
servir, entregando los productos para la subsistencia de unos pocos, productos
que no llegan a los verdaderos necesitados.
Los vemos convertidos en
verdaderos personeros de limpieza y aseo, que minimiza el verdadero servicio
que debería multiplicarse, ero claro gastando los fondos en vídeos, fotografías,
publicidad, demostrando que, para su caso, la capacidad administrativa,
directiva y de gestión es nula, demostrando que su humanidad es el mercantilismo
vil, de su sistema democrático manoseado.
El derecho a ser persona obliga,
a la necesidad de apoyarnos, crear un verdadero sistema de apoyo, que no
necesite de publicidad burda, sino de actos y acciones positivas, que marquen
la diferencia, que nos hagan cada día mas personas, y menos estadísticas, que demuestren,
por ejemplo, que no es necesario que me graven, que me filmen, que me hagan
publicidad por entregar apoyo al que más necesita.
El derecho a ser persona debe
marcar ese a tes y ese después, ese hecho que va degradando el planeta, debe
cambiar y emerger una nueva visión de un paralelismo entre persona humano.
planeta tierra, que elimine la imagen de enemigos de nuestra tierra y nos convierta
en amigos del lugar donde vivimos.
El derecho a ser persona, a
vivir, a sonreír a compartir lo poco que tenemos, para que el que nada tiene,
el derecho a ser persona marque un antes y un después, y que se eliminen las
barreras entre personas, llamadas clases sociales y se elimine ese sistema de
democracia falsa, donde solo llegan los que se pueden vender.
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